También en la organización forman parte un montón de conocidos, que me alegran a cada punto de avituallamiento, en cualquier cruce, lo que me hace disfrutar, prácticamente de cada paso que doy. Pero fundamentalmente es porque, a pesar de participar en tres ediciones consecutivas, en el cajón de salida del año pasado surgió una idea que, con el apoyo de algunos compañeros está convirtiendo en realidad un proyecto realmente bonito.
Como decía, hasta el año pasado, yo era un corredor solitario. Los entrenos se sucedían corriendo en soledad, paliada siempre con la inestimable ayuda de los RedRunners, pero que me hacían sentir un poco “raro” en el entorno donde resido, territorio entregado al fútbol, en cuerpo y alma.
Pues de repente me doy cuenta que en ese cajón de salida hay cuatro chicos de mi pueblo, con los que entablo conversación y en apenas dos minutos, surge la posibilidad de formar un pequeño Club (CD Artanaca Setenil) que suponga una alternativa deportiva a la dictadura del fútbol de mi pueblo.
Pero vamos a la crónica propiamente dicha.
Tras un verano nefasto, deportivamente hablando, que se inició con una retirada en la Carrera Nocturna de las Tres Murallas que se celebró en Ronda, y que me ha tenido bastante tocado en las semanas siguientes, me dispongo a aprovechar al máximo las vacaciones para intentar recuperar la forma perdida.
Me sorprendo a mi mismo por llevar a cabo mi Hoja de Ruta de entrenamientos al pie de la letra, que me hacen llegar a las vísperas de esta prueba sintiéndome mejor que nunca.
Sin más llega el día 29 de septiembre, que amanece como sus precedentes, con un cielo negro de solemnidad, que hace presagiar que va a continuar lloviendo a base de bien. Este dato me causa cierta inquietud, ya que las intensas lluvias de los días precedentes deben haber dejado los 31 kms de montaña que nos esperan poco practicables para la práctica deportiva. Aquí, como suele ser habitual, surgen las primeras dudas acerca del equipo que hemos de preparar.
Llega la hora del inicio y comienza la Prueba. Tomamos una salida neutralizada hasta las afueras del pueblo y, tan pronto abandonamos el asfalto, comienza la competición. Apenas hemos avanzado 300 metros y ya acometemos las primeras rampas que nos harán subir a la zona del Cortijo de El Marques (km. 3). Ni que decir tiene que ya cada uno de los miembros del Club se ha posicionado en función de sus sensaciones, su potencial o su estado de ánimo y a mi me acompañan mis amigos José Antonio y Jaime, en la que es para ambos su primera participación en un Trail de estas características.
De estos dos tipos, grandes amigos desde la infancia, fue gran parte de la culpa de que me lo pasara genial durante esta jornada.
Sin más dilación completamos los 3 kms de bajada leve que nos llevan a la subida del mítico “Bigote de la Zorra”, posiblemente el punto más exigente de la prueba. Se trata de una subida de aproximadamente 4,5 kms. con unas rampas absolutamente impresionantes, que consiguen que la mayoría de participantes, sobre todo la que ya nos hemos topado con ellas en otras ocasiones, comencemos el ascenso andando desde
abajo.
Ni que decir tiene que las lluvias caídas en Andalucía durante la semana anterior añadieron un plus de dificultad a esta subida, que aún tiene a más de uno lamentándose.
Una vez finalizado el ascenso, mis compañeros y yo decidimos que ha llegado la hora de volver a trotar, hasta alcanzar el inicio del descenso que nos lleva otra vez a la zona de El Marqués (km. 16), donde se localiza el segundo punto de avituallamiento.
El descenso es sumamente complicado, por las rampas tan duras que hay, por el estado del terreno, muy dañado por el temporal, pero sobre todo, porque es una zona de paso común para ciclistas y para marchadores, lo que hace que nosotros tengamos que ir esquivando bicicletas a diestro y siniestro. Creo que la organización tiene aquí una nota a tener en cuenta para próximas ediciones.
Tras abandonar el avituallamiento, nos disponemos a dar cuenta del segundo ascenso de la jornada, el Cerro de las Salinas. Subida de unos 3 kms que no tiene el nivel de dureza de la anterior, pero que hay que culminar. Sin duda el buen ánimo y las bromas de mis amigos contribuyen a terminarlo de una forma mucho más amena.
Así en la cima del Cerro, debemos andar ya por el km. 19 de la prueba y lo mas reseñable es que el cielo continua muy oscuro pero que aún no ha comenzado a descarar la tromba esperada. Eso nos hace ser optimistas porque haciendo un repaso mental del perfil sabemos que lo que nos resta hasta la meta es bajada leve y llano, así que sin mas dilación emprendemos otra vez nuestro trote a buen ritmo.
Alcanzamos el punto de avituallamiento situado en el Puerto del Monte (km 20), cuando mis compañeros y yo decidimos que es hora de darnos un pequeño respiro y decidir cual será la mejor estrategia para acometer los 11 que aún nos restan hasta el final. Mientras charlamos nos refrescamos, nos tomamos algún gel y los chicos empiezan a dar cuenta de alguna sobrecarga, por lo que dan buena cuenta del spray de Reflex que la organización nos ofrece.
Esto me hace pensar que nos costará un poco alcanzar la meta. Sin embargo retomamos nuestra marcha, de nuevo, corriendo. Considero que el ritmo que llevamos es bastante adecuado, aunque ambos esgrimen sus quejas y lamentos sin mesura, extremo este que merece la disculpa de cualquier runner que haya pasado por ese trance.
Cuando llevamos un par de kms desde el avituallamiento, avistamos a lo lejos uno de los nuestros que avanza andando a duras penas, atesorando una cojera que manifiesta que está prácticamente KO. Nos detenemos e intercambiamos impresiones, decidiendo que intentamos tirar de él, y entrar juntos en meta.
Francamente creo que fue lo mejor, porque este compañero avanzaba muy tocado, y si lo hubiésemos dejado probablemente no hubiera terminado la prueba.
Con mucho empeño, se van sucediendo los tramos en los que andamos con los que corremos y nos situamos a 1,5 kms de la meta, cuando sucedió uno de los momentos mas emocionantes que pueda vivir como corredor.
En ese punto, cuando alguno de mis compañeros a duras penas podía andar, divisamos que se nos acerca el gran Súper Paco, el mítico trailrunner de 78 años de edad, que no para de devorar ultramaratones no sólo en Andalucía, sino también en parte de Europa. Hasta el mismísimo Kilian ha presentado sus respetos a este entrañable compañero.
Sin dudarlo, les hago participe a los chicos del momento que estamos a punto de vivir y les pido que hagan un grandísimo esfuerzo y que intenten entrar corriendo en meta, escoltando a este grandísimo tipo.
Una vez a nuestra altura, le pedimos respetuosamente permiso para acompañarle hasta el final, a lo que accede de inmediato y nos dice una frase que es toda una declaración de intenciones de este señor: “todos los que salimos a correr, somos compañeros”. Pues eso.
En este preciso instante, quedan atrás todo el sufrimiento de una prueba muy exigente, sólo restan unos 500 metros para el final, en los que sólo cabe disfrutar. En meta nos esperan el resto de compañeros que hace ya buen rato que han terminado y que no dan crédito a la escena que están a punto de contemplar.
Tras finalizar con este subidón, la post-carrera, como no podía ser de otra manera, fue una gozada donde dimos cuenta del magnífico almuerzo que nos ofrecía la organización y donde hubo lugar para repasar las mejores anécdotas de todos los participantes.
Ficha de la cursa
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